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La mediática apareció nuevamente con una altísima dosis de delirol.

Norita Rodríguez

Cuando hablamos de figuras que decoran nuestro copetín farandulero, resaltamos que cada uno tienen un ingrediente que le da color a todo este mundillo. Están los que tienen complejo de vampiros y solo salen de noche, están los que se creen la última gaseosa del desierto, los que lloran por un poco de prensa, los que venden a su perro con tal de figuretear, los opinólogos, los que se creen muy buenos y humildes y luego, está ella, Norita Rodríguez.

Norita es una especie sin igual, es una figura que en apariencia se quedó en el tiempo pues desde que yo me acuerdo, la vengo viendo con su larga cabellera negra y su sonrisa marcada bailando en las pantallas de televisión.

Pero, mediáticamente, ha intentando evolucionar con historias fantásticas de grandes empresas, camellos y hasta príncipes árabes, superándose a sí misma en cada polémica que surge en torno a ella.

Así lucía Norita en los 90, o sea se ve igual

Esta tarde, nos sorprendió con un video amenazando con judicializar a un banco de plaza, quien, según ella, ya le dio cuatro tarjetas de créditos y ninguna funciona y que, debido a esto, está perdiendo muchísima plata, ni que fuera la Jennifer López del tercer mundo.

Siempre, por supuesto, buscando llamar la atención de los medios y conseguir alguna que otra publicación como esta que estamos sacando, pues así se mantiene vigente.

Hoy por hoy, Norita dice vivir de lo que le producen sus redes, es cierto que tiene varias marcas que le auspician, pero de ahí a perder muchísima plata porque una aplicación bancaria no funciona, es como buscarle el pelo al huevo.

Si bien sus historias cada vez son menos creíbles, ella le da el toque especial a este copetín, pues sus dosis de delirol nos recuerda que estamos muy bien donde estamos.

Ojalá que a Norita se le ocurra algo nuevo, algo con qué reinventarse, no sé, cambiarse el look, dejar esa pinta aniñada y evolucionar cual pokemón hacia una madurez que le permitirá competir a nivel de Pelusa Rubín y no dejarla en ese punto de ser el material jocoso o ese material que sacamos cuando no hay nada interesante en nuestro copetín farandulero.

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