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La ex modelo pastora protagoniza “El Poder del Nombre”.

Karina Doldán en su papel de mala, buena, pastora, karateka anexo fotocopias y se vende hielo

Si hay algo que celebro, es la producción nacional y sobre todo, aplaudo a Telefuturo porque apuestan por el talento nacional, así lo vemos en el Baila y también en la ficción dominical “El Poder del Nombre”, este tipo de formatos da oportunidad de trabajo a los compatriotas y hace que nos desafiemos día a día.

Pero, hay algo que me desespera en la ficción “El Poder del Nombre” y es la sobreexposición de Karina Doldán, está bien, entendemos que la idea es suya y de su marido, el productor Domingo Coronel, pero más allá de eso, creo que darle el protagónico, las escenas de acción de la más habilidosa de todas y otra vez la dirección, es una muestra desesperada de agarrar todos los espacios cual humedad en una pared.

Además de eso, en esta segunda temporada, gracias a Dios le sacaron ese intento de portuñol que le bajaron en la primera, dejando el papel de Rapaizinha en un plano jocoso antes que el de una peligrosa criminal, pues en lugar de miedo, daba risa y ky’yi (comezón) cada vez que la escuchábamos.

 

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Por otra parte, el cambio del personaje, un día se la presenta como la más malota, después ve la luz, cambia, pero ella sigue vinculándose con delincuentes y de a poco, va convirtiéndose en la heroína de la historia quedando un poco confuso el rol que ella cumple, además de eso, le presentan como la más todopoderosa, la karateka, la que entra disfrazada a Tacumbú y nadie sospecha nada.

Me parece que Karina tiene que bajar un cambio y definir qué quiere hacer, si ser la mala, la buena, la pastora o la directora y darle oportunidad a otros actores e ir explotando un poco más el mercado, esa es mi humilde recomendación si es que habrá una siguiente temporada.

Más allá de eso, y, viendo que falta pulir mucho más el rol actoral de otros personajes, celebro la resurrección de la ficción nacional, pero celebraría aún más si lo hiciéramos bien, no así así nomás, tenemos grandes actores en la escena local y también hay muchos jóvenes que se están formando en la materia y claman por una oportunidad.

Espero que El Poder del Nombre sea realmente el impulso para que otras ficciones copen las pantallas nacionales y pueda haber trabajo para los actores.

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